Bioshock Infinite es un juego que tuvo a mi manera de ver una campaña de márketing bastante potente (al menos aquí en España). Fue quizás el principal motivo por el que me sorprendió verlo rebajado a la mitad al poco tiempo de su salida.
El juego retoma las bases de de los dos títulos anteriores y nos lleva a Columbia, una ciudad en las nubes con unos cuantos meneos políticos igual de potentes que en el primer Bioshock y que evidentemente tienen mucha relevancia en la historia. Pero si algo tiene relevancia en la historia y en el juego en general es la pizpireta Elizabeth, elemento más característico de este juego gracias al apoyo que nos dará en batalla y a sus poderes que inquietarían al más soso de los Jedi (o sea todos).
La historia tiene mucha chicha, gira en torno de Elizabeth y el protagonista, pero no todo es tan simple como aparenta y el final da para debate televisado, os recomiendo totalmente la parte final del juego pues os dejará el culo roto.
La mecánica es la de los Bioshock en general, priman los tiroteos entre los descerebrados enemigos a los que podremos ir torturando poco a poco con los poderes que vayamos ganando. Ya sean bolas de fuego, levantarlos en el aire para nuestro regocijo personal o lanzarles una bandada de cuervos que les darán los buenos días "a su manera".
En esta ocasión el movimiento por el escenario se amplia gracias a un gancho que llevarán ambos protagonistas. El objeto en cuestión nos permitirá usar los raíles que hay esparcidos por las fases, lo cual nos permitirá recorrer gran parte del mapeado de forma rápida y espectacular cual Tarzán moderno.
Continuísta podría ser un calificativo para esta entrega, pero también es cierto que mientras se juega divierte y la historia se hace más interesante a medida que se avanza. El juego al no ser muy largo da la oportunidad de jugar modo "1999", que nos pondrá las cosas un poco bastante más difíciles.
Recomendado para los que tengan ganas de un buen shooter con las diferencias que trae de por sí esta saga.
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